Uno de los conceptos más escuchados en las organizaciones con un componente tecnológico notable es el concepto de «Metodología ágil» o simplemente «Agile». Pero, ¿realmente estamos seguros de lo que conlleva implantar el concepto Agile en nuestra empresa?. Empecemos por el concepto:

Se considera metodología ágil al conjunto de acciones que provocan un impacto temprano en los resultados del negocio gracias a una entrega de valor incremental, rápida y constante a lo largo de la vida de cualquier proyecto. 

Imagen de portada del post de metodologías agile

Por su definición puede parecer que se centra únicamente en sectores en los que emergió esta metodología de gestión como el Desarrollo de Software, pero hoy en día su aplicación ha trascendido del mundo tecnológico a equipos de prácticamente cualquier sector empresarial.

¿Para qué sirven las metodologías Agile?

Antes de la implantación del diseño de estas metodologías en el tejido empresarial, el modus operandi en la gestión de proyectos se basaba casi exclusivamente en el modelo en cascada. A pesar de ser un método apropiado en ciertas situaciones, lo cierto es que en entornos con una gran incertidumbre como el desarrollo de software no se cumplían los requerimientos previos de alcance y coste de los proyectos, viéndose superadas las estimaciones iniciales en una gran parte de los casos.

Otra problemática del modelo de gestión de proyectos en cascada (Waterfall Model) es la inflexibilidad a la hora de adaptarse a circunstancias no planeadas. Si a lo largo del proyecto se realizan modificaciones no esperadas o existen complicaciones que afectan al plan original, el proyecto suele resentirse en términos de calidad o no cumplir las necesidades del cliente al completo.

«Metodología ágil es el conjunto de acciones que provocan un impacto temprano en los resultados del negocio»

La metodología en cascada se basa en que cada etapa de realización de un proyecto sólo puede comenzar tras haber finalizado la etapa anterior. Como bien sabemos, las modificaciones, nuevos requerimientos y adaptaciones en el sector tecnológico están a la orden del día y hacen que no se pueda planificar con exactitud cada elemento de un proyecto antes de comenzarlo. Aquí es donde la metodología en cascada encuentra su techo y donde las metodologías ágiles nos permiten romperlo.

Diferencia entre el proceso de la metodología tradicional en cascada y la metodología agile

Existen numerosas metodologías ágiles, una buena parte de ellas centradas en el Desarrollo de Software como las metodologías XP (Extreme Programming), Crystal methods, DSDM, etc.

Sin embargo, hay dos metodologías Agile que han dado un salto al resto de mercados y han logrado arraigarse en todos los departamentos de las grandes organizaciones: Kanban y Scrum.

La metodología KANBAN

El término Kanban es un elemento primordial en la filosofía Lean, originada en las fábricas de la multinacional Toyota y ligada en la mayoría de aspectos con las metodologías Agile.

Kanban significa “panel visible” en japonés, y se utiliza principalmente para que los diferentes participantes de un proyecto puedan visualizar rápidamente el estado de cada elemento de un proyecto en curso. Toyota, bajo esta nueva metodología de trabajo, buscaba dar un vuelco a su sistema de producción y comenzar a enfocarse en la demanda de clientes como indicador previo (pull) y no en el tradicional sistema push que se basaba en producir e intentar buscar demanda para esos productos en el mercado.

Ejemplo de tablero de kanban con sus fases para metodología agile

Ejemplo de tablero tipo en la metodología Kanban.

Gracias a la utilización de elementos visuales simples que plasmen los complejos sistemas de producción y gestión, la empresa se asegura de hacer justo lo necesario en el momento oportuno, impidiendo bloqueos o cuellos de botella.

La metodología SCRUM

Scrum es probablemente la metodología ágil más sonada en el sector tecnológico. Su creciente integración en las empresas se debe a su eficacia y rapidez en lo que a entrega de valor se refiere. Su flexibilidad y adaptabilidad le permiten integrarse en equipos muy diversos de cualquier tipo de sector.

El término «scrum» proviene del rugby y se refiere a la jugada en el que los miembros de los equipos se unen de forma paralela (también conocida como melé). No es más que una metáfora sobre la coordinación e implicación equivalente de los distintos equipos a la hora de afrontar un proyecto.

La filosofía Scrum fomenta una responsabilidad del conjunto de individuos del proyecto y una transparencia constante en las comunicaciones del proceso. Esta metodología se basa en equipos autónomos e interfuncionales que completan tareas bien definidas a lo largo de cortos periodos de trabajo llamados sprints.

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